Salud, dinero y amor. De acuerdo a la sabiduría popular estas son las tres “pautas” fundamentales sobre las que se asienta la felicidad humana. La psicología moderna, le ha agregado un cuarto soporte, para que la dicha resulte más estable: estar bien con uno mismo, es decir alcanzar la paz interior. Alcanzar todos y cada uno de estos cuatro objetivos, y conseguirlos al mismo tiempo, no resulta una empresa sencilla. Los billetes y romances, la vitalidad y la armonía, suelen ser presas tan difíciles como escurridizas. Incluso cuando atrapamos alguna de ellas, suele durar poco tiempo, presentar alguna faceta inquietante o no deparar tanta alegría como era de esperar.
Quizá -como aconsejan algunos psicólogos- para ser feliz no haya que marcarse metas demasiado ambiciosas, trascendentes o inalcanzables, sino aprender a descubrir y disfrutar los pequeños deleites de la vida cotidiana, que nos pasan inadvertidos.
A la felicidad se puede llegar a través de muchas puertas. Estas son algunas de las llaves menos complicadas para abrirlas:
· Abre tu mente a lo que te rodea. La psique humana interpreta las circunstancias y la realidad de acuerdo a la información de que dispone. Cuánto más amplio es nuestro registro de experiencias, gentes e ideas, más amplia es nuestra visión de la vida, y también mayor nuestra capacidad de disfrutarla.
· Mantén una actitud positiva. Si te centras en lo que te falta o tienen los demás en lugar de observar lo que disfrutas, terminarás por amargarte. El consejo de ver “la botella medio llena, en lugar de medio vacía” encierra una gran sabiduría. Incluso de la adversidad pueden extraerse valiosos aprendizajes vitales.
· Presta atención a tu corazón. Las emociones y estados de ánimo habitual son un indicador certero de nuestro grado de felicidad. Si nuestra sensación ante la existencia y sus retos no resulta demasiado agradable, significa que algo no funciona y hay que cambiar de rumbo. Cuando “el alma duele” hay que buscar la herida y sanarla, igual que sucede con las lesiones del cuerpo.
· Aprende a valorar lo que tienes. Además de a ti misma, una persona única y especial, tienes amigos, personas que te quieren, un trabajo, tus hijos, un hogar… En tu vida existen muchas realidades, personas y situaciones que te hacen sentir bien, si observas con atención a tu alrededor.
· Vive cada instante con intensidad. Esperar a que las cosas mejoren o cambien para ser feliz en el futuro es una de las mejores formas de desaprovechar el presente. Cuando se vive centrado en el presente, en el “aquí y ahora”, y se disfrutan los pequeños placeres que surgen a cada paso y suelen pasarnos desapercibidos, la vida cambia del color gris al arcoiris.
· Fíjate un objetivo vital. Según algunos estudios, la mayoría de las personas que carecen de un propósito, sueño o reto que dé sentido a su vida no se sienten a gusto, mientras que la mayoría de la gente que se propone algo y lucha por ello, alcanza grados importantes de satisfacción, incluso aunque finalmente no lo alcance o sólo lo logre en parte. “El placer está en el camino y no en el lugar de destino”, dice un adagio americano.
